El 28 de julio de 2023 se está llamando la atención mundial sobre un problema relacionado con una enfermedad bien conocida que ya no inspira mucho miedo, pero que sin embargo sigue causando estragos a escala global.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la hepatitis, y más específicamente las diferentes formas de hepatitis viral que detallaremos a continuación, causa la muerte de más de un millón de personas en todo el mundo cada año. El sitio web de la OMS afirma: “Se estima que todavía hay 354 millones de personas en todo el mundo que viven con esta infección potencialmente mortal, y al menos una persona muere de hepatitis viral cada 30 segundos. Eso es más de un millón de muertes al año, más que el VIH y la malaria combinados (1)”. La OMS se ha fijado el objetivo de erradicar por completo la hepatitis viral para el año 2030 (2).
¿Es la hepatitis una sola enfermedad?
De hecho, es el término general para cualquier inflamación del tejido hepático. Existen varios tipos y formas de esta enfermedad, incluyendo las de origen viral, tóxico y provocadas por medicamentos. Sin embargo, cuando hablamos de hepatitis, nos referimos principalmente a la hepatitis de origen infeccioso, más específicamente de origen viral, que es la forma más común de enfermedad hepática en el mundo. En Europa, por ejemplo, se estima que alrededor de 15 millones de personas son portadoras del virus de la hepatitis B y 14 millones están infectadas con el virus de la hepatitis C (3). Estas cifras subrayan la magnitud del impacto de estas enfermedades en la salud pública.
Hepatitis viral
Existen cinco formas principales de hepatitis viral, comúnmente conocidas como hepatitis A, B, C, D y E. Cada uno de estos virus está asociado con formas de infección leves o graves, agudas o crónicas (4).
- Hepatitis A es más conocida como una forma aguda de daño al tejido hepático vinculado a la contaminación de alimentos o agua contaminada. Otros grupos de riesgo incluyen personas que se inyectan drogas, hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y ciertas comunidades aisladas. No causa una enfermedad crónica como la hepatitis B o C, pero puede llevar a una forma muy grave y fulminante de la enfermedad, que en casos raros puede resultar en la muerte. Esta forma aguda de hepatitis puede prevenirse mediante una vacunación efectiva.
- Hepatitis B es una forma de hepatitis que puede ser aguda o crónica. Se transmite principalmente a través de la sangre, el sexo sin protección y de madre a hijo durante el parto. Puede llevar a complicaciones graves como cirrosis y cáncer de hígado. Existe una vacuna segura y efectiva para prevenir la infección con el virus de la hepatitis B. Esta vacuna se administra en varias dosis y se recomienda fuertemente, e incluso es obligatoria en ciertos países y para ciertas profesiones de alto riesgo (médicos, enfermeras, etc.). También existen medicamentos llamados antivirales que pueden frenar significativamente la progresión de la enfermedad hacia la cirrosis y reducir el riesgo de desarrollar cáncer de hígado.
- Hepatitis C, que se transmite principalmente por la sangre, a menudo es asintomática, pero puede desarrollarse en una forma crónica, lo que lleva a complicaciones graves como cirrosis y cáncer de hígado. A diferencia de la hepatitis B, actualmente no hay una vacuna contra esta forma viral de hepatitis. Sin embargo, en los últimos años, han aparecido tratamientos innovadores en el mercado que pueden curar la enfermedad en más del 95% de los casos. Lo más importante es actuar rápidamente, antes de que aparezcan los primeros signos de fibrosis hepática y cirrosis.
- Hepatitis D es una infección que solo puede desarrollarse en presencia del virus de la hepatitis B. Puede acelerar la progresión a cirrosis en personas coinfectadas. Es una infección grave que se transmite a través de la sangre u otros fluidos corporales en personas infectadas. Puede llevar a una enfermedad aguda o crónica. Solo las personas ya infectadas con el virus de la hepatitis B pueden infectarse con el virus de la hepatitis D. No hay una vacuna contra esta forma del virus.
- Hepatitis E generalmente es aguda y se transmite principalmente por beber agua contaminada o comer alimentos contaminados. Aunque generalmente es benigna, puede ser grave en mujeres embarazadas e individuos inmunocomprometidos. En muchos casos, es una enfermedad aguda que no dura mucho y se resuelve por sí misma. La mejor manera de prevenir la hepatitis E es mejorar las condiciones sanitarias, especialmente el agua potable.
Hepatitis no viral
Existen varias otras formas de esta enfermedad, incluyendo:
- Hepatitis alcohólica: Esta es una inflamación del hígado causada por el consumo excesivo de alcohol. Puede llevar a la cirrosis y el fallo hepático. La hepatitis alcohólica es una causa importante de enfermedad hepática en todo el mundo, especialmente en países donde el consumo de alcohol es alto.
- Hepatitis tóxica: Esto es causado por la exposición a ciertas sustancias tóxicas o medicamentos. Las toxinas pueden incluir alcohol, algunos medicamentos recetados, algunos suplementos herbales y algunas drogas ilegales. En algunos casos, la hepatitis tóxica puede ser aguda y grave, requiriendo hospitalización.
- Hepatitis autoinmune: Esta es una enfermedad en la que el sistema inmunológico ataca el hígado, causando inflamación y, en casos graves, cirrosis y fallo hepático. La hepatitis autoinmune es relativamente rara, pero puede ser grave.
- Hepatitis inducida por medicamentos: Esta es una inflamación del hígado causada por una reacción a un medicamento. Muchos medicamentos pueden causar hepatitis inducida por medicamentos, incluyendo algunos antibióticos, medicamentos antiinflamatorios no esteroides y medicamentos anticonvulsivos.
- Hepatitis isquémica: Esto es causado por la falta de oxígeno en el hígado, generalmente como resultado de insuficiencia cardíaca o shock.
- Esteatohepatitis: Esto generalmente está asociado con la obesidad, la diabetes, la hiperlipidemia o el alcoholismo. Se caracteriza por una acumulación de grasa en el hígado, lo que puede llevar a la inflamación y fibrosis.
Estas formas no virales son importantes porque todas pueden llevar a enfermedades hepáticas crónicas, cirrosis y fallo hepático. La prevención de estas formas de hepatitis generalmente implica limitar el consumo de alcohol, tomar medicamentos según lo recetado, mantener un peso saludable y manejar enfermedades subyacentes como la diabetes.
Ya sea de origen viral, alcohólico, inducido por medicamentos o autoinmune, la hepatitis representa un importante desafío para la salud pública en todo el mundo. Por lo tanto, es crucial aumentar la conciencia pública sobre esta enfermedad. Se pueden tomar medidas preventivas sencillas para evitar la aparición de la hepatitis, y tanto los tratamientos preventivos como curativos están disponibles para frenar o retrasar la progresión de la enfermedad a formas crónicas y más graves.
Efecto del estilo de vida en la hepatitis y la enfermedad del hígado graso
La hepatitis viral puede llevar a una infección hepática crónica con inflamación, lo que a su vez puede causar fibrosis hepática y cirrosis.
Por otro lado, la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés) es la enfermedad hepática no infecciosa más frecuente en todo el mundo, con una alta carga de enfermedad. Es una condición en la que se acumula demasiada grasa en las células del hígado. Esto suele ser el resultado de una combinación de consumir más calorías de las que el cuerpo necesita y llevar un estilo de vida bastante sedentario. Las personas con diabetes, especialmente la diabetes tipo 2, y la prediabetes, una etapa en la que comienzan a desarrollarse dificultades en el manejo de la glucosa por parte del cuerpo, tienen un mayor riesgo. Estos se llaman factores metabólicos contribuyentes.
La otra forma más conocida de enfermedad del hígado graso o esteatosis es la enfermedad del hígado graso alcohólico, causada por el consumo excesivo de alcohol.
Es importante destacar que el estilo de vida tiene un gran impacto tanto en la prevención como en el manejo de la NAFLD. Dado que el hígado es el “órgano desintoxicante” del cuerpo, se enfrenta a la complicada tarea de eliminar sustancias tóxicas y subproductos. Una dieta saludable y una actividad física continua apoyarán significativamente al hígado en el desempeño de estas tareas, manteniendo así una salud óptima del hígado.
Dado que la progresión de la esteatosis hepática (hígado graso) y la fibrosis (tejido cicatricial e inflamación) a menudo se debe y empeora debido a malos hábitos alimenticios, como dietas altas en grasas que consisten en alimentos altamente procesados, uno de los principales objetivos para mejorar la salud del hígado es el manejo de la nutrición.
Hábitos saludables
Llevar un registro de alimentos puede ser de gran ayuda para tener una visión general de dónde la dieta normal falla en contribuir a un hígado saludable: la precisión del registro de alimentos es importante para este propósito y a veces puede ser necesario contar con la ayuda de un nutricionista o dietista.
Para una salud óptima del hígado, se debe establecer un consumo diario máximo de grasas del 20% del total de la ingesta energética, con hasta un 20% de calorías totales provenientes de proteínas y alrededor del 60% de calorías totales provenientes de carbohidratos en forma de granos integrales ricos en fibra, frutas y verduras.
Las elecciones de alimentos ricos en nutrientes, que incluyan una amplia y variada selección de granos integrales, frutas y verduras, y la restricción de la ingesta de grasas, especialmente evitando el consumo de grasas trans y reduciendo al mínimo la ingesta de grasas saturadas, deben ser prioritarias.
La dieta mediterránea es uno de los estilos de alimentación que ha sido más estudiado en los últimos años y se ha demostrado que es beneficiosa para mejorar la NAFLD.
Un estilo de vida saludable también incluye actividad física regular en forma de ejercicio de intensidad moderada, como caminar rápido, correr ligero o andar en bicicleta, al menos de 3 a 7 días a la semana durante 30 minutos. Es importante reducir el tiempo de sedentarismo en general y romper el tiempo de sedentarismo regularmente a lo largo del día. Así como las mejoras en la alimentación son esenciales, aumentar la actividad física también es importante para los cambios de estilo de vida necesarios para mantener una salud óptima del hígado.
Ensayos clínicos
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Conclusiones
Se ha demostrado que los cambios en el estilo de vida y las adaptaciones hacia una dieta baja en grasas y un aumento en la actividad física pueden mejorar significativamente los perfiles de glucosa, lípidos y del hígado en el cuerpo, y mejorar la prevalencia y gravedad de la esteatosis hepática.
Francque et al. (2021) escribió un informe científico completo y muy detallado sobre todos los aspectos de la enfermedad del hígado graso no alcohólico y las pautas para el paciente, una excelente fuente de información científica validada.
Referencias:
1) https://www.who.int/news/item/07-06-2022-world-hepatitis-summit-2022-urges-action-to-eliminate-viral-hepatitis-as-unexplained-hepatitis-cases-in-children-rise-globally.
2) Rebecca Dunn, Aaron Wetten et al. Viral hepatitis in 2021: The challenges remaining and how we should tackle them. World J Gastroenterol. 2022 Jan 7;28(1):76-95.
doi: 10.3748/wjg.v28.i1.76.
3) M Maticic, M.U. Mondelli. Elimination of viral hepatitis: where do we stand in the year 2020? Clinical Microbiology and Infection. Volume 26, ISSUE 7, P816-817, July 2020.
4) Matthew A. Odenwald, Sonali Paul. Viral hepatitis: Past, present, and future. World J Gastroenterol. 2022 Apr 14; 28(14): 1405–1429.
Francque SM, Marchesini G, Kautz A, et al. Non-alcoholic fatty liver disease: A patient guideline. JHEP Rep. 2021;3(5):100322. Published 2021 Sep 17. doi:10.1016/j.jhepr.2021.100322